martes, 16 de agosto de 2011

LLEVAR LA CONTRARIA

   Tener pensamientos diferentes a las personas que nos rodean nos enriquece y hace que nuestra sociedad sea diversa. Es necesario, por tanto, tener un pensamiento propio, lo menos influenciado posible por los demás, pero sabiendo escuchar y sabiendo tener en cuenta los razonamientos distintos. Según la psicología, nuestra personalidad va evolucionando y enriqueciéndose a lo largo de la vida, así, por ejemplo, las experiencias hacen que cambiemos nuestra forma de ser o pensar, sin poder remediarlo. Aquéllos que digan que piensan y actúan durante toda su vida de la misma manera y que, por ello, tienen más personalidad que nadie, se equivocan totalmente. Primero, porque va en contra de la ciencia (la psicológica). Segundo, porque es un error hablar de personalidad en términos cuantitativos, en vez de en términos cualitativos.
   No obstante, no hay que entender la diversidad de personalidades, la diferencia de pensamientos y de formas de vivir en cotraposición con las de los demás. El hecho de que a mí me guste la poesía, no tiene por qué enfrentarme a los que no les guste; o al que no le guste pescar, estar en contra del que sí disfruta con una caña durante horas. O, por otra parte, el hecho de pensar o actuar de forma diferente o contraria a otra persona, no nos proporciona el derecho a condenarlos, critircarlos, llevarles la contraria hasta el insulto o el descrédito. Quien intenta desacreditar a quien, con respeto, lleva a cabo su vida, aficiones o pensamientos, es, simplemente, que nunca se ha parado a pensar, a escuchar o a observar a los demás. A veces, en silencio, se aprende mucho. Si sólo nos escuchamos a nosotros mismos, si sólo nos vemos a nosotros mismos, como si sólo tuviéramos un espejo como horizonte único, perdemos nuestra capacidad de aprender y de evolucionar como personas.
   Todos sabéis lo que yo pienso del PAPA y de muchas cosas de la Iglesia. Y, también sabéis que yo mismo estuve muy metido en las cosas del cielo y la tierra. Y, cómo no, sabéis que ya no estoy nada dentro. Pero, a pesar de todo eso y, a pesar de que alguna vez he sido crítico, estos días he reflexionado (por varias razones) en que Benedicto XVI tiene todo el derecho del mundo a venir a España, incluso, creo, que es hasta beneficioso, tanto para todos los seguidores o fieles que estarán estos días en Madrid, como para la propia ciudad (y el resto de ciudades que los ha acogido) Entiendo las reinvinciaciones de huelguistas como las asociaciones de ateos, pero debemos aprender a reivindicar nuestros derechos (abono de trasportes más baratos, por ejemplo) sin menospreciar los derechos que los demás tienen. Porque, a lo mejor, a mí, que tampoco me gusta el fútbol, podría molestarme hasta la "indignación" todo lo que se mueve en este deporte, impuestos públicos invertidos incluídos, y a alguien no le gustaría que me metiera en el mal denominado deporte rey.
   Para terminar (disculpad esta perorata de hoy), diré que a veces, escuchando sin opinar se aprende y mucho. Ayer, lunes, mis amigos, una vez más, me dieron una lección bastante grande de respeto. El secreto está siempre en respetar. Gracias.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Está muy bien tu reflexión. La verdad es que el respeto es la base de todo y sí que deberiamos aceptar mucho mejor los gustos o derechos de los demás, sin embargo a veces nos cuesta un poquito aceptar algunas cosas que dificilmente entran en nuestra cabeza jeje (al menos a mí)
un beso !

Vicky