miércoles, 10 de agosto de 2011

BELLEZA

Es posible que la felicidad consista en unos ojos que acompañan a los tuyos mientras contemplamos la belleza del mundo
(Fedro Antomano, el poeta jardinero de El sueño de Alejandría. Terenci Moix)


   En la Ribera Sacra, en las laderas del río Sil (que por esa zona limita la provincia de Lugo con la de Orense), desde hace muchos años se cultivan viñedos. Cuando se hizo el embalse, se perdieron la mayoría de éstos, pero aún se cuidan unos pocos, dando una uva de muy buena calidad. No obstante, como se puede ver en la foto, estos cultivos se convierten en una profesión de riesgo. En casi todos, su acceso es por barca y su cuidado es tan peligroso como inseguro. Esta belleza, natural y gastronómica, es inaccesible salvo para animales y sus dueños.
   Así es la belleza. A veces, es tan inaccesible como el fruto del vino a orillas del Sil. Estos días he estado reflexionando (y escribiendo) sobre la belleza y sobre la necesidad de compartirla con alguien. La belleza desde afuera y en solitario, como captada por una cámara de fotos, deja un vacío inexplicable. Es verdad que todo aquello que observas es  igualmente hermoso. Pero, lo importante de la belleza es el influjo que ejerce sobre nosotros, la influencia sobre nuestro ánimo y nuestro espíritu. Esa capacidad (aunque no lo creas, aunque nunca lo hayas pensado) que tiene de trasformar nuestra propia mirada, nuestra propia forma de ver las cosas.
   Esa influjo no es el mismo si no podemos compartir esa belleza con alguien, sobre todo, con alguien especial. Si no hay nadie al tu lado con quien emocionarse, con quien comentar o silenciar el espacio contemplando la belleza, se queda como admirada desde una fotografía. Es hermosa y emociona, pero menos.
   Estos días, sí, con tantas horas en soledad para pensar, he reflexionado sobre una dicotomía que me persigue desde hace años: el amor sin belleza y la belleza sin amor. ¿Qué os parece? Gracias por opinar.

Es posible -dijo mirándola desde el otro lado del mundo, en aquella minúscula habitación- que la vida no sea tan compleja como crees; es esta manía nuestra de hacer que todo se complique y que lo difícil parezca imposible; de quejarse del espinoso tallo de la rosa, en vez de apreciar su dolorosa fragancia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sé que Terenci Moix te encanta, a mí no me agrada mucho pero la verdad es que el fragmento que has publicado es precioso. Creo que en el viaje de la vida es mejor ir acompañado, los paisajes se contemplan mejor y las montañas se suben de forma más llevadera.
En cuanto a lo del amor sin belleza, desde mi humilde punto de vista, creo que no puede darse, ya que el amor hace que todos los aspectos de la persona a la que quieres (ya sean físicos o emocionales) los veas bellos.
Que pena que por unos días de diferencia no hayamos contemplado juntos tan bonitos paisajes.
Nos vemos pronto.Ana

Carlos dijo...

Estoy muy de acuerdo contigo. El amor sin belleza es contradictorio, pero existe algo parecido en mucha gente. Y es verdad, pero es que a penas nos hemos visto este verano, por lo que no nos hemos sincronizado, jejeje. Disfrutad de la belleza de las rías baixas. Un beso